domingo, 13 de febrero de 2011

Economía y moral

La economía y la moral parecería el titulo de un libro. Hace a penas unos días leí un artículo en el periódico Universal que decía que la industria de la ética corporativa tenía un repunte debido al gran número de fraudes y actos de corrupción en las empresas. Esto demuestra que debe existir una relación seria entre economía y moral, es decir, entre los procesos de producción, intercambio, distribución y consumo de productos y servicios, y lo que está y lo que está mal.
            De hecho diría que no se trata únicamente de una necesidad, se trata de una relación obligatoria. La capacidad de diferenciar lo bueno de lo malo debe estar estrechamente ligada a la administración de una empresa y mucho más de una nación. Las personas que están a cargo de la toma de decisiones en materia de economía en un país tienen una responsabilidad enorme y la ética debería ser punto indispensable en el curriculum de estos especialistas.
            El buen o mal juicio de una persona afecta a muchos individuos, familias, poblaciones enteras. Las acciones impactan en la competitividad de las naciones, definen sus objetivos, moldean el futuro. Señalar ahora qué esta bien o qué esta mal no es el objetivo de esta escritura, esa labor le pertenece a la conciencia individual, pero sí es trabajo de esta prédica el mencionar que cada acto humano debe estar guiado por la moral (aunque siempre he pensado que muchas morales no son más que patrañas) que en este caso debemos entender como la capacidad de distinción entre lo conveniente y lo no conveniente, pero siempre teniendo en cuenta que los actos individuales repercuten en la colectividad.  
            La pregunta no debe ser si existe relación entre estos dos conceptos, la cuestión se centra en qué tanto es posible observar este vínculo en la práctica.  Por eso vuelvo al artículo citado al principio. Como muchos empresarios saben de que pie cojean los hombres al encontrarse frente a la opulencia del dinero y el poder, han invertido en cursos y libros de ética y moral en las empresas, y así tapar el pozo de la corrupción y la ambición después de los infantes ahogados.

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